martes, 7 de julio de 2009

Incomunicación y resultados



La falta de comunicación con el pueblo de la amazonia ocasionó grandes pérdidas en el Perú, tanto vidas de policías y nativos, como la confianza en un Gobierno que no previno y no supo escuchar a sus electores. Pero esta trágica eventualidad también tuvo sus frutos beneficiosos para el sector de la selva, ya que, a pesar de los hechos ocurridos, se logró derogar las polémicas leyes 1090 y 1064.

Estas leyes eran consideradas por los indígenas como atentatorias para su territorio y ecosistema, lo cual, podría devenir en daños para su salud, ya que, estas leyes permitían a las empresas transnacionales realizar exploraciones del suelo amazónico. Los indígenas no estaban de acuerdo con esa decisión del Gobierno, sin previo debate con el pueblo mismo, por ello, se causó tanto daño.

Después de tanta lucha, con sangrientos enfrentamientos, toma de carretera, huelgas e infinitas discusiones, el Congreso de la República, aprobó por mayoría la derogatoria de los decretos legislativos 1090 y 1064; que se referían a la Ley Forestal y de Fauna Silvestre y el régimen jurídico para el empleo de las tierras de uso agrario, respectivamente, lo cual, ocasionó una gran satisfacción en los indígenas.

La propuesta fue aprobada el jueves 17 de junio con ochenta y dos votos a favor, doce en contra y ninguna abstención. Asimismo fue exonerada de segunda votación con ochenta y dos votos a favor y catorce en contra. Esta decisión fue aceptada por todo el país, que ya estaba cansado tanto derramamiento de sangre.

El Gobierno de Alan García, debe ponerse la mano en el pecho y aceptar que se equivocó en algo tan importante como lo es la comunicación con el pueblo peruano y su falta de responsabilidad es imperdonable, ya que, un Gobierno que no se responsabiliza de sus actos, es un Gobierno cobarde que actúa, pero si se equivoca huye y no enfrenta sus errores con dignidad.

El arte de “no” saber escuchar



¿Qué pasa con la relación entre gobernantes y ciudadanos? Las consecuencias de una mala relación y comunicación pueden ser muy drásticas si no se llegan a acuerdos y pueden culminar en sangrientos acontecimientos como el que se ha vivido el pasado viernes en el departamento de Amazonas con treinta muertos y un centenar de heridos que ha dejado como saldo este suceso propiciado por la negativa a la derogación de los decretos.

Ya han pasado varios días desde lo sucedido y aún no se definen los responsables del acontecimiento y mucho menos el gobierno está dispuesto a aceptar que se equivocó y que una vez más no previno pero si lamentó lo sucedido. Las congresistas que ayudaron a escapar a Pizango aún están libres de polvo y paja y los líderes indígenas tampoco se manifiestas.

¿Cómo encontrar responsables si todos se acobardan y evaden el hecho?

Como es costumbre de nuestro gobierno, una vez más no ha sabido escuchar a la población, en ese caso de nativos indígenas que han querido pacíficamente exponer sus puntos de vista y opiniones sobre los decretos que permitían explotaciones petroleras y de gas de transnacionales en sus propiedades. Como es posible llegar a tales extremo cuando existen gobernantes que deben buscar soluciones a posibles conflictos.

De ello deviene el enfrentamiento ocurrido en la selva norte del país que perjudica tanto a las personas involucradas, como a las que no lo han estado y esto se puede notar con la muerte de las 33 personas y 116 heridos que ha dejado como huella, y para la historia este hecho que carece de responsables pero que hoy es tema de análisis y debate en todo el país.

¿Qué se puede hacer? Los problemas de la Amazonía afectan a todo el país, por ello los gobernantes deberían pensar seriamente en derogar la ley, lo cual lo debieron hacer desde un inicio y no esperar a que las escenas sangrientas de muertos y heridos hagan reaccionar al gobierno o al menos imponga un poco de responsabilidad bajo sus hombros.

¿Responsabilidad política o cobardía?

La política peruana está de cabeza. Si los gobernantes huyen de los problemas al primer inconveniente, ¿qué esperamos de nuestro país? Claro ejemplo es la renuncia de la ministra de la Mujer y de Desarrollo Social, Carmen Vildoso Chirinos, quién presentó su carta de renuncia ante el despacho presidencial la noche del Lunes a las seis de la tarde. Se supo que antes de tomar esa decisión, Vildoso habló con el premier Yehude Simon sobre su determinación.

Vildoso Chirinos, es la primera ministra del gabinete de Simon en asumir una responsabilidad política sobre el sangriento enfrentamiento ocurrido el departamento de Amazonas y se conjetura que a demás de la responsabilidad por la muerte de 24 policías y nueve nativos, uno de los motivos de su renuncia irrevocable sería la emisión de un spot televisivo pagado por el gobierno, en el cual, se presenta a los nativos amazónicos como únicos responsables del suceso.

Los enfrentamientos registrados el viernes, propiciados por el desalojo de los nativos que ocupaban la carretera “Fernando Belaunde”, en el departamento de Amazonas constituye para el gobierno una forma de revolución y el reclamo por la derogatoria de decretos del ejecutivo que consideran dañinos para sus ecosistemas y que vulneran los derechos sobre tierras ancestrales al permitir explotaciones petroleras y de gas de transnacionales, son los causantes de tal contingencia.

Es increíble que ante este aparatoso incidente, los representantes del poder renuncien a su responsabilidad y dejen de lado los inconvenientes de su país, antes de tomar decisiones y plantear soluciones para mejorar esta situación de conflicto entre el gobierno y la población nativa, que sólo espera apoyo y comprensión de sus gobernantes.

¿Es qué acaso estamos viviendo una democracia representativa? ¿Por qué en un país donde debe reinar este derecho no se llega a un acuerdo común sin recurrir a la violencia? Nuestra política pende de un hilo al no saber afrontar situaciones como esta en la que se prefiere renunciar antes que afrontar y en la que priman los intereses de aquellos quienes están en el poder.